Ámbito natural
Hace un tiempo podían verse pottokas en las montañas de Euskal Herria. El hábitat natural de la pottoka han sido el norte de Navarra, los Pirineos, el norte de Gipuzkoa, Bizkaia y Alava. Estos territorios tienen una relieve desgastada y montes redondeados que pocas veces pasan de los 1.500 metros. Ya que se trata de un clima oceánico, son habituales estas características: alta humedad, temperatura cálida y muchas nubes. A medida que la vegetación va adquiriendo pastizales y altura, está compuesto de brezos, tojos y helechos; pueden encontrarse también selvas y grupos de coníferas formados por robles, castaños, hayedos y otros tantos árboles frondosos. Desde antaño la pottoka ha solido encontrar alimento en los altos pastos en verano y en los valles en invierno; sin embargo, el manejo de este hábitat ha ido cambiando poco a poco, con la plantación de coníferas y el cambio del status jurídico del derecho de propiedad. De este modo, hoy en día la pottoka ha sido arrinconada a la montaña.
La pottoka ha tenido que adaptarse al entorno durante siglos, por lo que ha tenido que cambiar su carácter inicial. Por ello, la pottoka tiene una constitución especial. Aunque la herencia determina el tamaño, el aspecto y el entendimiento, es posible que el entorno cambie dichos factores. Es capaz de sobrevivir durante toda la estación con los recursos que le ofrece el entorno. Muchas veces estos recursos son insuficientes, por ello desarrolla estrategias de supervivencia. De este modo, puede vivir en cualquier otra zona que no esté provista de las necesidades que cualquier caballo o animal doméstico pudiera tener. Cuando la hierba escasea en invierno puede comer tojo, brezo, malezas o cualquier otro tipo de plantas hasta que llegue la primavera, y si no encontrase comida por la nieve y las heladas, podría estar si comer o alimentándose con los hierbajos y ramitas de los árboles que se encuentran debajo de la nieve. Está adaptado para aguantar bien las condiciones climatológicas del duro invierno de nuestras montañas. De este modo, cuando llegan las primeras heladas su cuerpo está cubierto con una capa gruesa de pelo, para hacer frente al frío. Y ante la falta de comida, su metabolismo merma y gasta mucha energía de su cuerpo acumulada en verano. En primavera, en cambio, con la recuperación de la plantación, recupera mucho peso perdido en invierno.
Ama la libertad y los sitios abiertos. Sólo busca cobijo para cubrirse del frío y la lluvia del invierno o el calor del verano, y ese cobijo es la selva de las montañas, pocas veces un sitio cerrado.
Son necesarios los prados y recorridos libres para la supervivencia de la pottoka, una condición fundamental para que las pottokas sean criadas en su hábitat natural.